miércoles, 2 de octubre de 2013

EL DON DE PERDONAR

Cristo murió para liberarnos
del pecado del mundo, al resucitar, nos
da el poder de perdonar, 
y así se renueva la esperanza de liberación
del pueblo de Dios, 
que sentía la presencia universal del pecado.



                                                                                             


          En el tiempo de Jesús, en el Templo, se ofrecían sacrificios rituales de animales para pedir perdón, pero ese río de sangre no lograba destruir el pecado. El pecado estaba y hoy sigue vinculado a la violencia que está tan arraigada en la naturaleza humana.
          Ahora, en la persona de Jesús, sacrificado y resucitado, existe un mundo nuevo: el perdón de los pecados es el gran regalo de Dios a su iglesia, que somos todos nosotros. Pero el pecado es algo mucho más profundo que nuestras faltas diarias: es negarnos a vivir la palabra de Dios y negar su presencia en nuestra vida.
          La capacidad de perdonar es la única fuerza que permite solucionar las grandes tensiones de la humanidad. Es cierto que penetra difícilmente en los corazones, pero no deja de ser un bien precioso de los cristianos, un regalo de Dios.
          Para perdonar verdaderamente, no basta con decir la palabra "perdón", debemos sentirlo y eso no es fácil, significa  muchas veces dar el brazo a torcer, darnos cuenta de que cometimos un error, de que herimos a alguien, implica un acto de coraje y valentía porque, a veces, debemos perdonar sin haber ofendido.
          " Quién no puede perdonar, no sabe amar"
          " Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan" ( Juan, 20, 23)


Fuente: Padre Aderico Dolzani, ssp.
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